Círculos Concéntricos
La madre de nuestro distinguido
ex presidente, mostró su preocupación de manera inmediata diciéndole a su hijo
“"Ricardito, cómo te metiste en esto. ¡¡Cómo
vas a salir de aquí!!"”. Ricardo Lagos era ya el Presidente de
Chile.
La que, con la responsabilidad de
madre-padre dio su mejor esfuerzo para que Ricardo estudiara, sabía, más bien
presentía íntimamente, que su único hijo podía llegar alguna vez a ser el
Presidente de la República. O el Presidente del Senado, u otra presidencia de
los poderes del Estado, Ministro (como lo fue), a lo menos podía ser un
respetado funcionario con responsabilidades País.
Recuerdo a mi padre -recordándome
no con menor ahínco-, la importancia de estudiar para “poder ser algo y
alguien”. Y traía a colación de Don Juan Antonio Ríos, que teniendo un origen
sencillo, habiendo estudiado en un liceo fiscal (Liceo N° 1 de Concepción
Enrique Molina Garmendia), pudo alcanzar la primera magistratura del país. Eso
pensaba mi padre, por lo que supongo, así como la madre de nuestro ex
presidente, tenía la íntima ilusión que alguno de sus hijos podía obtener importantes responsabilidades en el país.
Ciertamente no fue así. No sólo
porque “las cosas no se dieron”, o la voluntad y motivación de sus hijos derivó
a que prefirieran una vida lejana al “mundanal ruido”, sino porque, en la
actualidad, las papas, se pelan de un modo distinto.
Es que el entramado del poder se
ha complejizado. La democracia viene a ser un programa televisivo donde el
casting, y los circuitos en torno a “los productores”, se ha protocolizado al
modo de un Manual de Carreño, donde es necesario el manejo de ciertos códigos y
formas de comportamientos, ciertas rutinas cotidianas, debiéndose estos sujetos
a prácticas rigurosas y relaciones en círculos concéntricos (“Los objetos concéntricos comparten el mismo
centro, eje u origen”, en: Wikipedia.org)
Quienes no están en esas lógicas,
devienen en pasivos e indignados transeúntes cotidianos, alejados de toda
disputa, socialmente deprimidos, asqueados y malhumorados; habitan en un
extenso subterráneo, donde miles y miles de personas saben que existe una
democracia gobernada por unos cuantos que, piden que cada 4 años, subamos por
ascensores hacia los locales de votación a dejar impresas nuestras fantasías e
imaginarios de una sociedad mejor.
La pirámide del poder, se ha
erguido al límite de que toca el cielo; allí donde los ángeles, querubines
“miguelangelicales”, muestran sus signos, hacen desplieguen de sus maneras, a
través del evento de la democracia 24 x 12 que a través del sistema audiovisual, los pone a gobernar. Una
democracia mediatizada que corresponde
precisamente al nivel alcanzado por la propia historia de la mediatización;
delimita sus círculos, depura sus actores, conviene sus agendas, realiza sus
metas, propiciándoles sentidos de logros que afectan a esta “sociedad de todos”,
pero que tienen a la base la conciencia
autoreferida, endogámica y hedonista.
El día que nos enteramos de que
el casting estaba ya “cortado”, y que a esa escena sólo entran los hijos de los
actores, sus cónyuges, los más cercanos familiares y la red de amigos del
productor y sus colegas, pude entender finalmente, algo que desde niño nunca me
quedó claro: qué eran “los círculos
concéntricos”.
Leonel Yáñez Uribe
Periodista, profesor e
investigador en comunicación y cultura.